3. La Verdad

3.1. El problema del conocimiento de la realidad

La teoría del conocimiento o gnoseología, es una de las principales actividades de la filosofía. La gnoseología se encarga de estudiar el origen y naturaleza del conocimiento, su objetivo principal es averiguar que hay de verdadero o falso entre lo que creemos conocer, y la realidad de cómo es en sí misma.


SUJETO ← influye ← OBJETO (mundo)


Imaginario
Creencias – aptitudes
Circunstancias (mitológicas o filosóficas)



Simbólico Representación (crea una imagen simbólica del mundo)



La verdad es una propiedad que el sujeto le confiere al objeto, por el contrario, la certeza es el estado mental del sujeto que cree que sus juicios son verdaderos.
La relación entre sujeto y objeto es mucho más complicada para el hombre que para el resto de los animales, porque la capacidad racional del ser humano no solo se limita a captar las cosas que lo rodean si no también a comprenderlas. La realidad que intentamos conocer y comprender no es limitada y estática, si no que puede variar.


3.2. Diferentes sentidos de la verdad

A lo largo de la historia la verdad se ha entendido de maneras diferentes, vamos a ver las diferentes formas que se han dado en la civilización occidental.

▪ Para los griegos, la realidad es algo estático, la verdad se identifica con las cosas que permanecen, lo que cambia es solo aparentemente verdadero. Los sentidos solo perciben lo variable, por lo que encontrar la verdadera manifestación de la realidad solo puede hacerse mediante la razón.

▪ En el mundo romano, se refiere a la exactitud y el rigor cuando expresamos algo mediante el lenguaje.

▪ Tras la revolución renacentista, la ciencia comienza a apartarse de la religión, y así surge la necesidad de establecer criterios de certeza que garanticen la verdad de nuestros conocimientos.

▪ En la postmodernidad, aparece la posibilidad de negación de la existencia de criterios de certeza universalmente válidos. La verdad se entiende como eficacia.


Verdad como adecuación y correspondencia (adecuato intelecto rei):

Se trata de la noción de verdad más extendida. La verdad consiste en que nuestra representación mental de los objetos o hechos se corresponde a tal y como suceden en la realidad, es decir la mente se limita a reflejar lo que existe en la realidad tal y como lo percibimos. De esta forma el individuo es pasivo en su relación con la realidad y la percibe tal y como es.

Sin embargo, Immanuel Kant, cambia esta concepción, el sujeto no es un mero receptor pasivo, si no que la mente actúa construyendo el objeto de conocimiento.
Los datos que percibimos tienen que someterse a las leyes que rigen nuestro cerebro, se trata de una correspondencia entre los datos que me aportan la realidad y la interpretación que mi mente hace de ellos.


3.3 Criterios de verdad

Los criterios en los que el ser humano ha basado la seguridad en sus creencias, son los siguientes:

▪ El tiempo: en el pasado remoto y arcaico, en las raíces y en los orígenes, se considera en las sociedades primitivas como verdadero. En la sociedad moderna lo llamamos tradición. La visión opuesta de esto ve en el futuro histórico las consecuencias de lo que solo es deseo, el futuro verificará si lo que ahora se piensa es verdad o mentira.

▪ La autoridad: aceptamos como verdadera la palabra de quien se considera “sabio” en una materia. Nos basamos simplemente en la confianza, pero a veces el exceso de confianza puede hacer caer en el dogmatismo.

▪ El sentimiento de certeza psicológica o moral: se basa en una convicción interna subjetiva, y en la fidelidad a nosotros mismos, con peligro de caer en el subjetivismo o el relativismo.

▪ La evidencia: una cosa es evidente cuando se muestra de forma directa o inmediata, es tan clara que no podemos dudar de ella y no necesita ser demostrada. Lo evidente tiene cierta carga subjetiva, que hace que pueda ser visto de manera diferente por otros. La evidencia de las proposiciones se asegura siempre con la verificación.

▪ La intersubjetividad y el diálogo: la verdad tiene que ser inter- subjetiva, ser aceptada por encima de las fronteras, culturas o las ideologías mediante el diálogo. Una condición fundamental del diálogo, es que estemos dispuestos a renunciar a nuestra reivindicación máxima.